La educación inclusiva se ha visto a prueba con la llegada del covid-19. En este tiempo donde ni la educación tradicional ha logrado adaptarse del todo a los nuevos requerimientos, la educación inclusiva tiene el desafío de instalarse como una mirada inevitable a que todos somos distintos y tenemos necesidades particulares. En el caso del TEA, no es distinto, nuestros niños que han logrado poco a poco situarse y visibilizarse en las escuelas tradicionales hoy nuevamente ven disminuida su accesibilidad y posibilidad de recibir la tan ansiada educación de calidad.
En este contexto de pandemia, donde la educación remota se vuelve el caballo de troya de las escuelas, nuevamente los educadores nos quedamos sin preparación suficiente para potenciar las habilidades de los niños que presentan TEA. Las habilidades sociales y de comunicación que deben potenciarse requieren de capacitación y preparación por parte de los educadores. En el ecosistema virtual debemos profundizar los aspectos de las habilidades sociales y de comunicación, como los tonos de voz, gestualidad, apoyo textual, literalidad, empatía, entre otros. Todo aquello que tanto costó instalar como parte del universo educativo, hoy volvió a foja cero para todos, la pregunta es ……¿ahora somos todos iguales, con las mismas necesidades de conocimiento tecnológico y las mismas incapacidades de comunicación a través de este nuevo escenario social de comunicación, o somos todos distintos, seres humanos que nos manejamos distinto, aprendemos a ritmos distintos y con intereses y capacidades diferente? Es una gran oportunidad para generar políticas públicas realmente inclusivas y escuelas y metodologías de enseñanza realmente inclusivas.